21 de octubre de 2018

La vida no es una competición

Estás creciendo muy rápido.

Demasiado.

Y yo solo espero que a pesar del ritmo de locos en el que andamos todos sumidos, estés aprendiendo lo que intentamos hacerte ver a diario: que la vida no es una competición.

Siempre vas a encontrar alguien a quien quieras parecerte, simplemente porque su físico o su manera de hacer las cosas sean diferentes a tu realidad, y eso, lo de desear lo que no somos o cómo no somos, nos ocurre más de lo que debería. Triste, ya lo irás viendo. Pero la sociedad y sus absurdos cánones, modas y demás ayudan poco.

Pero, ¿sabes qué? La suerte de ser tú es que eres única. No te hace falta ser como nadie más, ni querer pasar por delante de nadie, ni demostrar que eres mejor que otros en algo para hacerte de notar. Quien te tenga que amar lo hará porque sí. Sin más. Sin querer que cambies y sin soñar que eres diferente.

Tú eres tú. Sólo tú sabes hacer las cosas así. Sólo tú sabes sonreír así. Sólo tú sabes bailar la vida a tu ritmo y a tu manera. Que te importe un pimiento cómo lo hagan los demás. 

Siéntete segura de los pasos que das, de las decisiones que tomas y de los riesgos que eliges vivir, y asume todo ello con responsabilidad. Aprende de tus errores para ser mejor; pero mejor que tu última versión, no que el de al lado. Y comete los errores las veces que necesites, que estamos aprendiendo y todo esto es un entrene.

Entrena tu corazón para que cada vez sea más ancho, más vivo, más intrépido, más libre y más valiente. No te pares a mirar si vas en primera o en última posición, porque la vida no es una carrera, es solo un paseo. Y si te empeñas en competir, solo estarás demostrándote lo buena que eres cara a la galería, pero no estarás disfrutando de cada paso, de cada decisión ni de cada momento.

CARPE DIEM, pequeña.

La vida no es una competición. 

Así que mejor preocúpate por ganar cada sueño que anhelas, por ti o por los tuyos, si es tu deseo, pero no por ser más que nadie. Esas victorias sobre otros son solo pastillas placebo de felicidad, pero su efecto ni es real ni es eterno. No vivas empeñada en demostrar nada. Esfuérzate por ti y no por aparentar, fingir o querer ser lo que no eres. Porque puedes acabar perdiéndote.

Y si corres, que sea solo para coger impulso y batir fuerte tus alas.

La vida no es una competición. Es solo un momento; y está pasando justo ahora, mientras tú duermes y yo te escribo.

Te quiero infinito.

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