12 de abril de 2015

Reencuentro...

- ¿Tas lloando?
- Sí. (Mirada profunda, cara compungida y abrazo)
- ¿Po qué tas tiste?
- Porque echo mucho de menos al abuelo Pepe.
- No quello que tes tiste. (Segundo abrazo y apretón a la camisa de su abuelo, la que yo tenía tapándome la cara un minuto antes) - ¿Quelles agua? (Y sonrisa con beso mientras me ofrece su botella).

Estoy bien. Disfruto del día a día, de los míos, de nuestros momentos juntos, los divertidos, los tontunos, los amorosos y los cansados. Pero exprimo todos y cada uno de esos momentazos, y la vida sigue su cauce, como debe ser.
Y entonces, de pronto, toca volver a juntarse, a decidir qué hacer con tus cosas. Me encuentro con tu música, tu ropa, tus libros, tus apuntes de medicina, los maletines en los que llevabas tus trastos para pasar consulta.. Y te vuelvo a ver, a oler, a escuchar... Veo tu sonrisa, en tu boca y en tu mirada. Y me duele, no sabes cuánto, que sólo pueda tenerte en mi cabeza.
Volviendo en el coche tu princesa, que está en modo preguntón, va escuchando atenta lo que su Papi le responde sobre qué significa alquilar, qué cosas pueden alquilarse y la diferencia entre comprar y alquilar; de pronto, pregunta si las cosas del abuelo Pepe que llevamos en el maletero son nuestras para siempre. Yo no contesto, porque tengo un nudo en la garganta, lo hace Roberto por mí, que debe imaginar que no puedo ni quiero responder. Pero la respuesta que quisiera darle martillea mi cabeza: "ojalá no, ojalá no lo fueran, ojalá siguieran siendo de él".
Me traigo muchas cosas tuyas que para nadie más tendrán valor, seguro: tus vinilos de Serrat, the Beatles y compañía, unas cuantas camisas que usaré de pijama, casi todos tus libros de lectura, esos que intercambiábamos y nos solíamos recomendar, tus CDs de música, las fotos de tus nietos que besabas cada noche y que se han quedado sin dueño, algunas pelis míticas de ésas que habrás visto cientos de veces, tu orla y tu título de doctor... ¡Ah! Y una tarjeta de la Conselleria de Sanidad con tu nombre; supongo que porque me ha hecho gracia caer en la cuenta de que ambos compartíamos, de algún modo, hasta para quién trabajamos, por eso y porque cuando abra el cajón de la mesita y la vea me recordará nuestras conversaciones intentando arreglar el mundo sin conseguir demasiado.
En fin, papá, que vuelvo en un par de días a seguir perdiéndome entre tus trastos, la ropa que aún queda, tus cuadros y demás, y necesito dosis extra de fuerzas. Ya ves, la vida transcurre sin sobresaltos a este respecto y de repente, ¡zas! Algo presiona la tecla y la tristeza invade todo. Todo.
Ya lo sabes, te echo de menos, muchísimo. Lo que pasa es que el día a día me disfraza cuánto.
Te quiero. Hasta la luna y vuelta.

CON M DE MAMÁ

6 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena! te hemos otorgado el premio dardos, pásate por el blog para recoger tu premio. Espero que lo disfrutes.

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    1. Jejeje! Muchas gracias! Ése me lo dieron hace tiempo ya, pero lo agradezco igualmente!
      Un saludo!

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  2. Besos de ida y vuelta, besos boomerang, pero de los que se quedan contigo ;)

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  3. Noni, vaya llorera me he pegado... Dios míos, tus palabras son desgarradoras y transmiten perfectamente lo que sientes en estos momentos... Cielo, un beso gigante y mucha fuerza!!!

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  4. Todos vamos perdiendo trocitos de nuestro ser con el paso de la vida... Por qué pasa el tiempo para todos? Por qué no puede seguir todo como cuando éramos pequeños? Por qué esa amarga sensación de que a partir de ahora solo quedan despedidas? Entiendo tus sentimientos y te mando mucha fuerza. Un beso grande.

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