21 de marzo de 2016

Necesitamos un cambio. Y ya.

Cada vez más, con lo que veo en mis clases, con lo que veo en mis hijos, con lo que comento con mis compañeros, con mi marido... Soy plenamente consciente de que la educación en este país necesita un gran cambio.
Pero parece que ese cambio sólo llega a niveles pequeñitos, en forma de individualidades. El cambio grande es difícil, o al menos quienes estamos dentro lo vemos muy lejos.
Partamos de la realidad primera: la educación en este país no es la base como en esos países a los que tanto aspiramos a parecernos. La educación aquí es una mera moneda de cambio cada vez que quien está arriba abandona el poder y cede, de mala gana, su sitio a otro.
Seguimos: el currículo, que es el documento oficial que marca "hasta donde tienen que llegar" nuestros alumnos, no está hecho por profesionales de la enseñanza que han pasado gran parte de su vida en el aula.
Algo más: el contenido que se marca para cada nivel en dicho currículo es cada vez mayor, más extenso, y muy repetitivo, lo que deja poco tiempo para la consolidación real de lo enseñado. La motivación baja considerablemente cuando los alumnos sienten la misma presión que siente el maestro al tener que cumplir con lo establecido por la ley.
Los maestros queremos innovar, lo hacemos de manera individual, a poquitos, intentamos llegar a nuestros alumnos de verdad, dejarles huella y conseguir que el aprendizaje sea realmente significativo. Hoy somos muchos los que huimos de la enseñanza basada en al memorización sin sentido. Somos muchos los que creemos que se puede enseñar de manera diferente, partiendo de los intereses de nuestros alumnos, de sus diferentes estilos de aprendizaje, de sus diferentes motivaciones, sin dejar a un lado la adquisición de contenidos.
Somos muchos los que creemos que el exceso de deberes es contraproducente. Que los niños pasan demasiadas horas en la escuela y lo que necesitan al salir es liberarse. Ni exceso de deberes ni exceso de extraescolares, ojo, que ahora también van cargaditos y no siempre porque ellos lo eligen sino porque lo elegimos los padres. Crear el hábito de estudio pensando en un futuro es bueno, pero el hábito se puede lograr con la lectura, con un par de operaciones cuando están en los primeros cursos de primaria. Después de ocho horas en la escuela, si no más, lo último que necesitan los alumnos es seguir sentados en la silla de su habitación durante tres largas horas. No es eficiente, ni productivo, ni motiva, sólo merma la ilusión por aprender. Los deberes no deberían provocar ni ansiedad ni cansancio en exceso, sólo tendrían que ser un apoyo en situaciones especiales como exámenes, cuando hay que investigar sobre algo interesante para poder trabajarlo en clase, cuando hay que preparar cierto material para elaborar un proyecto. Leer es una buena tarea diaria y abre la mente de una manera más que maravillosa, pero aquí tendría que haber compromiso por parte de las familias en colaborar para que la lectura fuera un hábito en casa, partiendo de que en la escuela hemos hecho nuestra parte y hemos motivado a sus hijos para que lean por placer.
Lo que está claro es que los tiempos han cambiado. No necesitamos vivir pegados a lo que dictan los libros. Necesitamos que el proceso enseñanza-aprendizaje se adapte a los tiempos que corren. Necesitamos adaptarnos a la actualidad en la que viven inmersos nuestros alumnos. Lo triste es que se nos paren los pies, por decirlo de alguna manera, cuando intentamos diferenciarnos. Se nos pide papeleo en exceso que cambia con cada cambio de gobierno, se siguen haciendo pruebas externas que alimentan rankings absurdos. ¿Quién piensa en el alumno como centro del sistema? Los pocos que se atreven a cambiar su manera de hacer las cosas.
Y claro, los poquitos a poquitos hacen, pero no es suficiente. Esto debería ser cosa de todos: maestros y familias.

NECESITAMOS UN CAMBIO.

NOSOTROS LOS MAESTROS LO ESTAMOS PIDIENDO A GRITOS, pero no se nos oye.

¿Creéis en el cambio? ¿Creéis que conseguiremos adaptar nuestro sistema educativo algún día a lo que realmente necesitan nuestros niños y niñas? ¿Creéis que la educación se convertirá en la base y dejará de ser moneda de cambio?

Con C de CAMBIO.

2 comentarios:

  1. Ese cambio es muy complicado.
    Implica un cambio en todos los niveles y eso es casi inviable. Ningún político va a abanderar algo tan grande porque por desgracia hay muchos padres y madres que ven bien que sus hijos hagan deberes, que se les castigue en clase, que luchen por ser los primeros, que haya exámenes continuamente...

    Al igual que hay muchos y muchas que alaban esa decisión de una educación gratuita desde los 0 años (CERO AÑOS POR FAVOR!!!!!) en lugar de reclamar una conciliación real y justa. Hay una incultura brutal y también un desapego importante donde prima el éxito profesional a pasar tiempo con los hijos...

    Son demasiadas cosas y yo no le veo ninguna solución... Un besazo!

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  2. Personalmente creo que queda mucho para lograr ese cambio pero lo que esta claro es que la educación tiene que estar a la altura de la época en que vivimos y el sistema actual es decionónico..Necesitamos un cambio de las extructuras educativas y del concepto de maestro..Se tendría que valorar más a los buenos profesores, pero ¡ojo a los buenos! Y es que uno de los problemas que tiene la educación es que mucha gente no tiene vocación y los que la tienen, vocación y ganas se encuentran muy limitados por el curriculum.

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