23 de enero de 2013

¡SAN VIERNES!

Aunque no sé yo si te quitaría el "san" y te pondría un "pasa pronto / pírate", porque ¡vaya telita con este viernes pasado!
Que a ver, que está clarísimo que hay días y días... Pero es que llevar una semana dura, y que llegue el viernes, ¡EL VIERNES!, y sea aún peor... ¡Pues cabrea bastante!
Digamos que la mañana ya fue bastante entretenida. Una mañana de esas en las que te levantas y algo te dice que "vas a pasártelo bien". Sí, como cuando sales a la calle y notas que va a llover, porque "huele" a lluvia (¿nunca habéis salido de casa y, nada más inspirar la primera bocanada de aire, os habéis dicho "huele a lluvia"? ¿En serio? ¿Pero de qué planeta habéis salido vosotr@s?).
Para empezar, mi tesoro mayor decidió ponernos mal de estómago a su padre y a mí, porque se levantó "pachorra" total, y por tanto iba "a ralentí". Es más, decir que iba "a ralentí" en este caso sería como decir que iba corriendo, así que directamente digamos ... que no iba. Y claro, ver volar el tiempo, oír como el padre de mis criaturas pelea contra los segundos para que Pichu "despierte de su letargo" y decida desayunar, lavarse y vestirse a un ritmo normalito, mientras Pollito (también llamado "mi rubio") lucha, literalmente, contra tu teta porque no sabe lo que quiere (o igual es que lo que quiere es leche con cola-cao, y piensa que agitando la teta como si llevara una "baticao" va a conseguir que salga) y se llena la cara de leche, mientras "berre-grita" y agita las piernas como si estuviera en plena maratón de New York city... no ayuda NADA a que el viernes sea "santo". ¡Qué narices! En todo caso, la santa soy yo.
La mañana sigue de lo más relajado: 
-Desayuno "epiléptico" o "parkinsoniano", es decir: una mano para untar mantequilla, abrir el bote de mermelada, coger la tostada y la taza; la otra mano para sujetar el pajarito de peluche y apretarle la pancha para que píe (que ya podría píar "más largo" el desgraciado, porque si el fabricante pensó que con un "pío, pío" da tiempo a girar la cabeza para acercar la boca a la tostada... ¡realmente no tenía ni idea!), una pierna meciendo la hamaquita del enano a ritmo pachanguero total, y la otra para mantenerte pegada al suelo y evitar que levites. Vamos, un desayuno de lo más relajante que pueda uno tirarse a la cara. ¡Ni un "spa" oigan!
-Ducha "ahorro" o "yo un solo con jabón, gracias": o lo que es lo mismo, aprovechar que tu retoño está echando una cabezadita para darte una ducha (fugaz, por supuesto), y que directamente la ducha pase a ser "media ducha", porque el bello durmiente empieza a "berre-gritar" y los decibelios que emite traspasan directamente la barrera del sonido; así que sales del baño en bolingas y enjabonada, y te pones a correr por el pasillo que ni Carl Lewis; aunque dado que no llevas zapatillas y que tus pies están más resbaladizos que la piel de un anfibio, realmente eres una mezcla entre Lina Morgan y Carl Lewis intentando no meterte un "pifostio" y no derrapar en las curvas del pasillo. Obviamente, sin comentarios del aspecto "pantene" que mi pelo NO tuvo ese día.
-Recogida del cole y vuelta a casa "de tirón y con alegría": que va a ser que no. Porque, que vayas a por tu pitufa, y nada más verte se ponga a llorar porque llevas un vestido que ella confunde con otro, y que la historia acabe con ella llorando en la puerta del cole y tú agachada intentando hacerle ver lo absurdo de la historia, mientras mueves el carro con un brazo para que el rubio no la líe, no es gracioso. Que logres calmarla, os pongáis en marcha y, mientras, le expliques que si se ha puesto así es porque tiene sueño, y que lo mejor es que al llegar a casa haga una siestecita (¿¿qué has dichoooooo??-música de "Psicosis", por favor) y entonces se vuelva a poner venga el lloro... Tiene menos gracia aún. Que a esto haya que sumarle que vas luchando contra un viento que sopla a un montón de kilómetros por hora, y que prácticamente te ha tocado ponerle piedras al carro, botas dr. Martens, de las de punta de acero, a tu hija, y tú vas comiéndote, a la vez, tres tabletas de suchard de diferentes variades para que baje todo "al culo" y evite así que salgas volando con el carro y los dos pitufos... más que nada para que la gente no levante la vista al cielo y piense que ET existe...
-Llegada a casita "hogar, dulce hogar" o, mejor, "si lo llego a saber, nos quedamos bajo". Porque abrir la puerta de casa y notar el calorcito rico y pensar "al fin tranquilidad", y que ese pensamiento dure exactamente un milisegundo... no es ni placentero ni bonito, ¡ni tranquilo!. Es de llorar. ¿Y por qué? Pues porque mientras a tu hija se le cae el croissant, bien mantequilloso y lleno de melaza, al suelo recién fregadito, tu hijo inicia un concierto para soprano ligera y orquesta que, por supuesto, interpreta él solito y bien alto, para que nos oigan desde el Palau de les Arts y nos den un aplauso. Así que, con mi rubio berreando, me dirijo al comedor dispuesta a solucionar el tema "mamá, se me ha caído el croissant", para descubrir que mi suelo recién "mocheado" y de aspecto impoluto ahora es EL PARQUE DE ATRACCIONES DE LA REPOSTERÍA: ¡vengaaaaaaaaaa! migas, migotas y miguitas repartidas a partes iguales por todo el alrededor de la mesa, y bien sujetitas al suelo gracias a la potente melaza que le han puesto. ¡Yupi! Y cuando lo intento quitar con papel de cocina, para hacer desaparecer lo más gordo (Pollito sigue de concierto, en mi oreja), pues ¡no! La melaza es más efectiva que el "super glue", y como no había bastante con los pegotes de miga, ahora también tengo trozos de papel de cocina pegados en el suelo. ¡UN HURRA POR EL ARTE CONTEMPORÁNEO! Sí, porque mi suelo pasó a parecer un collage de museo; que por cierto tuve que dejar tal cual, en plan exposición, porque tocaba "momento siesta" de ambos. Momento que empezó con Pollito en el tercer acto de su opereta, en mis brazos, of course, mientras yo bailaba a su ritmo y me encorvaba hacia abajo porque Pichu, a la vez que estiraba hacia mí sus piernas para que le ayudara a descalzarse, iba  pidiendo "un cuento muy largo, muy largo que no se acabe". Firme declaración de intenciones: "la siesta la vas a acabar haciendo tú, mamá, por aburrimiento".

Hogar, dulce hogar... a veces.

Desde luego, lo que tengo claro es que San Viernes ha dejado de llevar el "San" y ha pasado a llamarse "Luernes", porque a mí me ha resultado igual o más puñetero que cualquier lunes. Que al menos a los lunes se les ve venir... 
¡Pero a mí San Viernes me pilló a traición! ¡Si es que ya no podemos fiarnos ni de nuestra sombra!

¡Ostras! Miedito... ¡Mañana ya es jueves!

CON M DE MAMÁ.

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