1 de octubre de 2017

Sálvese quien pueda

Hoy no hablo de si independencia o no. Hoy hablo de humanidad.
La misma que se rompe con cada mazazo a un catalán, con cada empujón violento a una catalana, con cada reacción de odio y de rabia contra quienes sólo querían ejercer un derecho.
No voy a entrar en si apoyo o no su independencia o en cómo se han hecho las cosas en este referéndum. Porque para mí, casi que esto ya es lo de menos.
He visto un vídeo de alguien a quien sigo en una red social. Un vídeo en el que los antidisturbios empujaban hasta tirar al suelo a un señor mayor. No, él no los ha incitado, él sólo estaba de pie, esperando poder entrar en el colegio para votar. Han empujado violentamente a ese hombre y, a continuación, a una mujer, y han golpeado a quien se intentaba acercar, con fuerza, con odio, con rabia, con mucha rabia.
Y yo he llorado. Mucho.
Se me ha revuelto el estómago.
No entiendo de qué va esto.
No entiendo que se sigan usando el miedo y la violencia para gobernar, tan modernos y civilizados que nos creemos en estos tiempos.
Se me eriza la piel si miro las pocas imágenes no oficiales que llegan.
Preferiría que se me pusiera la piel de gallina con un abrazo o una tormenta de verano.
Pero no. Hoy se me ha erizado la piel sintiendo el odio con que las personas nos tratamos, sin ningún tipo de motivo personal, por una causa que dictan desde arriba, por obediencia borreguil y sin dejar beneficio a la duda.
La violencia NUNCA es el camino, señores gobernantes. NUNCA.
Y mucho menos cuando se da para callar la voz de quien quiere hablar.
Así no.
Así no se une.
Así nos lo estamos cargando todo.
Así... Ya estamos rotos. Y separados.
Y sálvese quien pueda.

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