19 de septiembre de 2015

¿Nativos tecnológicos o padres cansados?

Tema controvertido. Al menos a mí me lo parece.
No, no soy un bicho raro que va en contra de las tecnologías y su uso, a la vista está, pero sí es cierto que tengo mis reservas en lo relativo al uso de las mismas por nuestros menores.
Hoy en día los bichos raros, en todo caso, son mis hijos, que no tienen ni i-pad ni tablet ni juegan solos con nuestros móviles. Pichu, por lo que va viendo en su entorno, lleva pidiendo una tablet hace dos años. Y bueno, quizás algún día la tenga, pero si es así no será ni suya ni de su uso exclusivo, será familiar y estará cargadita de juegos educativos. Que para ver pelis ya tiene la tele, y así convertimos el visionado en un cine en familia. Que bastante nos aisla ya la caja tonta cuando nos sentamos delante suyo, como para encima ir aumentando el aislamiento a base de más tecnología.
Insisto, no, no soy un bicho raro. Uso pizarra digital con mis alumnos porque soy consciente de que las nuevas tecnologías son necesarias y que deben aprender a manejarlas y vivir con ellas, porque es nuestra/su realidad, pero (siempre hay un pero) no comparto el uso que muchos padres dejan que sus hijos hagan de ellas. Aunque, como todo, esto es sólo mi opinión, que no tiene por qué valerle a nadie ni tiene por qué ser compartida.
Cuando vas al pediatra, y hablando de manera generalizada, te encuentras con dos tipos de niños: los que están enganchados a vídeos de youtube en el teléfono de sus padres o jugando con una tablet, o los que la están liando parda. Así a simple vista, y después de un largo día de trabajo, puedes pensar que ya podrían todos los padres tener tan calmaditos a sus hijos como los que están cara a las pantallitas, porque te falta a ti aguantar berridos de quienes no son tus retoños. Error. Porque si repiensas lo que acabas de desear es una verdadera burrada, empezando porque tú no lo haces. Tú no tienes a tus hijos conectados a un aparatito para que estén callados. Ahora, que mirando el otro bando, los que dejan que sus hijos campen a sus anchas por toda la sala, arrastrando sillas, destrozando las torres que hacen otro grupo de niños o vaciando la papelera y poniéndosela en la cabeza... Lo que quieres es coger a los tuyos y salir corriendo de la sala de los horrores. Ni unos ni otros son mejores padres. No estoy hablando de eso. Cada uno que críe como le plazca, aunque cuando mis hijos están incomodando de manera exagerada al resto de participantes, debería replantearme algunas cosas sobre los límites. Que sí, que son niños, pero precisamente porque lo son están en la etapa perfecta de sus vidas para aprender a saber estar en cada lugar y en cada momento; no es represión, es educación.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, las nuevas tecnologías, la verdad, no creo que la opción para que nuestros hijos no (nos) molesten sea conectarlos a un aparatito. Existen los cuentos, el dialógo, los juegos de palmas, los juegos tipo "veo, veo", y el aburrimiento, que también es buen amigo del desarrollo, y además necesario. Obviamente, hay ratos para todo, para ver la tele también, pero que no sea por quitárnoslos de encima. A mí particularmente se me cae el alma a los pies cuando mis alumnos, tanto mayores como pequeños, alardean de tooodas las horas de tele que ven al día, o de sus tabletas y consolas, ya que pocos presumen de libros y de la lectura como una costumbre diaria. Me chirría cuando alguna madre me ha contado que "los enchufa" a la maquinita y así alarga la mañana en la cama, o le dejan hacer siesta; y aún así quiero pensar que la tablet, la consola, el ordenador o el móvil están totalmente controlados por los padres, y sigo soñando e imagino que además nada de lo que se traen entre manos tiene que ver con juegos de violencia, claro. Pero creo que lo que aún me rompe más es estar en un sitio público, llámese sala de espera del médico o restaurante, y que toda la familia esté conectada a su aparatito, móvil o tablet. Todos calladitos, todos formalitos... todos aislados, "pero en familia".
Ojo, que sí, que yo también me desconecto cuando lo necesito, como por ejemplo ahora que escribo. Que sí, que mis hijos ven la tele, y nos piden vídeos de youtube de canciones o dibus en el móvil, pero como siempre, en el punto medio está la clave. ME NIEGO A QUE NUESTRO RECURSO ANTE UN MAL DÍA SEA ENCHUFARLOS A LA TECNOLOGÍA Y APAGAR LAS RELACIONES. Nadie dijo que la crianza fuera fácil, es más, suelen decir justo lo contrario, así que "haber elegido muerte" que reza el chiste.
Lo que nos pasa es que padecemos el "síndrome de los padres cansados": trabajo, trabajo, trabajo, en casa y fuera, pero trabajo, trabajo, trabajo... No queremos llegar a casa y que nuestros hijos se nos rebelen, nos den la lata y sean... niños. Y acabamos acomodándonos sin remedio, dándoles todo lo que piden, permitiendo conductas que no consentiríamos si estuviéramos al 100%. Y esto incluye horas de tele, consolas y tablets. Porque es así como llega el silencio, la calma chicha.
En resumidas cuentas, que una cosa es que nuestros hijos hayan nacido en la época de la tecnología y el avance informático, y que por tanto sean absolutos nativos tecnológicos a los que hay que criar " con actualidad", y otra muy distinta es que nos valgamos de su naturaleza tecnológica para "quitarles las pilas" porque estamos cansados.
Ni tanto ni tan calvo.

CON M DE MAMÁ, C de cansados y T de Tecnología

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