22 de noviembre de 2014

Apego al alma, miedo al olvido.

Se cierra una etapa, y empieza una nueva que promete, al menos, tantas hazañas como la anterior. Hoy, después de casi 7 años, cerramos la puerta de nuestro hogar y alzamos el vuelo con mucha ilusión hacia nuevo horizonte. Hoy ponemos nuestro primer palito en el que será nuestro nido definitivo. Mezcla de ilusión y morriña. Muchos recuerdos que quedarán guardados para siempre entre estas paredes y que llevaré en mi corazón para intentar esparcirlos por nuestro nuevo hogar.
Es curioso como el ser humano, en su mayoría, se aferra con fuerza al pasado, yo la primera. No sabría decir si es respeto al futuro o comodidad sobre lo ya vivido. El caso es que, sea como fuere, nuestra tendencia general es a aferrarnos a los bienes materiales que nos recuerdan a esas personas especiales, esos momentos inolvidables, esos días pasados.
Cuando tienes que levantar una casa entera para colocarla en otro sitio entera también es cuando descubres que has acumulado "mucho pasado". Reconozco que, durante esta semana de locura entre cajas y demás, he llorado en más de una ocasión al recordar vivencias aquí, al reencontrarme con cartas, fotos, notitas, dibujos... Me apena, y no puedo evitar que así sea, el pensamiento de "última noche aquí, último desayuno aquí, última vez que duermen juntos en esta habitación que los ha visto crecer...". Ahí radica la clave de toda mi melancolía, yo creo: que dejamos la casa que nos ha visto crecer y madurar, primero como pareja y, un tiempo después, como familia. Fue aquí donde Roberto pasó sus días de quimio, de los que a pesar de todo, guardo momentos dulces y guiños cómplices que aún nos vienen a la cabeza; fue aquí donde empecé mi "carrera" como madre; aquí fue donde mi padre jugó con su nieta, y donde mis hijos empezaron a construir su relación de hermanos y cómplices. Ha sido aquí donde hemos reído y llorado tantas veces, tanto cuando la vida nos ha rociado con la fortuna de las cosas bonitas como cuando nos ha hecho respirar gas lacrimógeno hasta decir bastante.
Hoy he llegado a la conclusión de que me gustaría aprender de esas civilizaciones, que las hay, que viven apegados al alma, y punto. Que tienen otro concepto del apego. Que no necesitan guardar eternamente un trozo de papel para sentir que no se olvidan de ese ser querido. Que no viven con el miedo a olvidar las caras de quienes estuvieron en sus vidas y se fueron para siempre. A nosotros parece que nos pesan los recuerdos si no van unidos a algo tangible.
Mis miedos de hoy son precisamente miedos a olvidar lo vivido entre estas cuatro paredes, miedo a que se borren nuestras aventuras, a que la esencia de quienes velan por nosotros no esté más, se esfume o se quede atrapada en nuestro primer hogar para siempre.
.
.
.
Temores sin fundamento que se desvanecen cuando, de repente, comiendo por primera vez en nuestro nuevo hogar, entre cajas, con una manta vieja por mantel y unas tazas por vaso, nos reímos los cuatro juntos sin parar, cuando nos abrazamos por pares, Pichu y papá, Rubiazo y yo, cuando miro la foto de mi padre y veo que su sonrisa sigue contagiándome seguridad, cuando me noto "en casa" desde la primera pisada y siento que ellos también, cuando, sin saber cómo, sé que mis estrellas protectoras se han venido con nosotros y están aquí...
Es entonces cuando me doy cuenta de que nos bastamos nosotros para mantener intacta la magia de un hogar, donde sea, cuando sea y como sea.
Empezando nueva etapa en 3, 2, 1...

CON M DE MAMÁ

1 comentario:

  1. Nena, este post lo podía haber escrito yo hace unos días. Llevo semanas con un dolor de cabeza terrible por la casa familiar, por la casa de mi niñez que mi padre levantó con sus primeros sueldos. Una casa enorme con un amplio jardín donde yo he pasado grandes momentos, y donde veía el futuro de mis hijas. Ahora, mi hermana la dejó morir, y los gastos de reparar son extremadamente enormes, gastos que no voy a poder afrontar con un testamento de por medio que indica que la casa es repartida.
    Durante semanas he estado pensando en lo injusto que es, que una casa en la que hay tantos recuerdos no pueda volver a ser levantada por el egoísmo de una o su dejadez, o no sé...
    Con tu post, veo que es una cosa material, que los recuerdos los seguiré manteniendo, esté la casa o no.

    ResponderEliminar

Estaré encantada de que opines, te expreses, me cuentes cosas y, en definitiva, de que nos comuniquemos ;) ¿Te animas a hacerlo?