8 de julio de 2013

¡PELANDUSCA! Sin ánimo de ofender...

Hace poco hablaba con mi amiga Helen sobre lo mucho que cambiamos las personas a lo largo de nuestra vida, aunque por suerte para algunas, y por desgracia para otras, mantengamos nuestra esencia de base intacta.

Todo vino a raíz de comentar ciertas situaciones que, una vez dentro de la estabilidad de la pareja o de la familia formada por pareja+hij@/s, llegan, en principio, con toda la intención de desequilibrar esa calma y que, en función del grado de unión y complicidad del núcleo, derivan en algo mejor porque afianzan aún más lo que hay, o definitivamente se llevan al traste la estabilidad (medio ficticia o no tan "estable") que existía.
Los hijos, por ejemplo, si son deseados por ambos con igual intensidad son fuente de muchas alegrías y son los responsables directos de momentos intensos e inolvidables, de esos que echas al saco de los grandes y dulces recuerdos. Sin embargo, en ocasiones también son generadores de tensiones inevitables; tensiones que crecen con el cansancio y las pocas ganas que te quedan al final del día de, ni tan siquiera, cruzar unas palabras. Y, o estás muy unido a tu pareja y tienes muy claro lo que hay entre vosotros, o en un momento de flaqueza, la vida te pega un revés y se carga tu sueño de una noche de verano.
Luego están los miembros "colindantes" de ambas familias, que tienen maneras de ver la vida muy particulares, o quizás no tanto, pero el caso es que no la ven ni como tú ni como tu pareja... Y no entienden que no coincidan los puntos de vista, y ahí es cuando se dan ciertas desavenencias. Desencuentros que podrían evitarse si se tuviera presente el respeto, ese gran desconocido, o simplemente si se entendiera que cada uno vive la vida de una manera, y ¡no pasa nada! ¡Que en la variedad está el gusto! Y que por eso ni se acaba el mundo ni caerá un meteorito sobre la cabeza de nuestros hijos si no hacemos lo que nos han dicho que hagamos de cierta manera.
Y, además, están los elementos externos, es decir, las personas que entran a formar parte de tu vida en el momento en que entran a formar parte de tu ámbito laboral, el de tu pareja, los amigos de tus amigos, algún vecino normal (pocos, pero aún queda alguno) y un largo etcétera de individuos/as que pasan por tu vida y la de tu núcleo familiar cual desfile de carnaval (sí, porque algunos/as son demasiado payasos como para utilizar otro término).
Pues hablando de estos últimos en concreto, llegamos a la conclusión de que hay gente que a veces no debería salir de su casa, al menos no si a lo que va a dedicarse es a meter la pata de manera continua, máxime cuando esas meteduras empiezan como algo anecdótico y circunstancial, pero luego siguen y acaban como un ataque directo a tu tranquilidad, a esa de la que hablábamos antes; y se consideran ataque ya que tú a lo que te dedicas es a ir a tu bola y a la de los tuyos, poco más.
El caso es que sin saber muy bien cómo, Helen y yo acabamos relacionando este último tema con el "ooooh, cómo hemos cambiadoooooooooo", y terminamos hablando de las "pelanduscas". Sí, yo tampoco lo entiendo, pero ya sabéis: dos amigas, un par de horas nocturnas sin niños y muchas cosas que contarse... ¡Miedito!
En realidad, todo tiene una explicación, y aunque a esas horas hilar una conversación con otra era pan comido, ahora no soy capaz de relataros todos los pasos que nos llevaron a esa unión de temas, aunque puedo hacer una aproximación o, al menos, daros un motivo del porqué acabamos usando esa palabra. Palabra a la que, por cierto, le sacamos la acepción masculina: pelanduscos ¡y olé! 
Veamos, cuando somos JASP (jóvenes aunque sobradamente preparados), todos pasamos una época más o menos "fresca", es decir, en la que el ligoteo, los tonteos, los halagos provenientes del sexo opuesto (o del mismo sexo, según gustos) y un largo etcétera de términos, digamos, "hormonales" son nuestra máxima o si no lo son, al menos nutren bastante nuestra vida social y personal. Y, dicho sea de paso, nos inflan la autoestima (o eso creemos, inocencia pura), nos desestabilizan, nos amargan y endulzan y ooootro largo etcétera. Es una etapa en la que todos sacamos a relucir nuestro lado "pelandusca". Quien diga que no, ¡miente como un bellaco!
En teoría con el tiempo, y digo en teoría porque cada vez me doy más cuenta de que la teoría y la práctica muchas veces están reñidas, cuando te juntas con/arrejuntas con/casas con/unes a tu pareja y convives, pues te da por proyectar planes; y conforme pasa el tiempo, sigues con esos planes, llegan los hij@s y/o animales de compañía... ¡y desaparece el "pelandusquismo" de tu vida! Insisto, y digo en teoría porque, de un tiempo para aquí, he tenido el (dis)gusto de saber de situaciones en las que pelanduscas y pelanduscos, casadas y casados, con hijos e hijas, con mascotas o sin ellas, han decidido volver a resucitar esa etapa de su vida (quizás nunca la perdieron, simplemente la llevaban bajo una piel de corderas y corderos) y ponerse a tirar trastos a diestro y siniestro, a "to' quisqui", vamos, a todo el que les ha mostrado su lado simpático, humano, amable... en fin, normal. Ni que decir tiene que, a mí personalmente, me apena enormemente que haya personas capaces de dejarse llevar por el egoísmo, la envidia y la mala idea y se dediquen en cuerpo y alma a intentar profanar templos que deberían considerar sagrados. Aunque está claro que el mundo está lleno de ignorantes e incultos, es decir, persona(je)s que son incapaces de meter la cabeza en su parcela de tierra y que necesitan hacer agujero en territorio comanche para sentir que la vida aún tiene sentido. Vamos, pelanduscas y pelanduscos en toda regla.
Pues mira tú por donde que después de reconocerme a mí misma que toda mujer (todo hombre) tiene un lado "pelandusca" a tope, faceta por otra parte, bastante necesaria cuando se trata de querer tener descendencia... me pongo a buscar la palabrita en cuestión con la duda de ¿pelandrusca o pelandusca? (toooooda la vida diciéndolo mal), y me encuentro esto:


¿De dónde sale la palabra "pelandusca"? 



Bueno, esto y la definición del diccionario de la RAE y unos cuantos más en los que se define pelandusca como prostituta. ¡Tócate la nariz! Que fue leerlo y casi hasta me supo mal haberme referido a algunas frescas con la palabrita en cuestión... Pero me duró el impacto del momento, luego seguí pensando en que hay veces que hasta las palabras más bestias son bien merecidas y se quedan algo cortas en definición.
El caso es que después de nuestra macroconversación del otro día, y después de darle vueltas a la palabra, a lo que hablamos y a la suerte que tengo de haber podido vivir cada  época y cosa en el momento correspondiente, he llegado a la conclusión de que la etapa que todos vivimos de "libre albedrío" es más una etapa golfa, que no pelandusca; mientras que el gesto y la actitud de aquellas personas que buscan en otros hogares (o con determinados miembros de esos hogares) lo que no tienen en el suyo es... ¡Nanai! ¡Pelandusquismo puro y duro! 

Así que chicas, chicos, ya sabéis, olvidaos de sprays de pimienta y movidas raras; a partir de ahora lo que hay que llevar en el bolso es UNA RAPADORA DE PELO, que tal y como está el patio, nunca sabes ni dónde ni cuándo vas a encontrarte con la pelandusca o el pelandusco de turno; y siempre viene bien un poquito de corporativismo y ayuda. ¡Sí, exacto! Como cuando echamos las largas por carretera al coche que viene de cara, para avisar de que está por ahí la guardia civil. ;-P

Pensándolo bien, ¿sabéis qué os digo? Que yo, por si acaso, ¡¡no descarto el "cortacésped"!!


CON M DE MAMÁ y P de PELANDUSCA

6 comentarios:

  1. jajajaja nena me parto!!! si habrá pelanduscas che, yo conozco varias y pelanduscos a montones!!! Cuánto hace que no me junto con una amiga a solas a sacarle el cuero a medio mundo y hablar de la vida, rememorando épocas "golfas" ( ;-D )
    Sos grandiosa... me encanta leerte... me siento hasta parte de esa charla... genia!!!

    Desde hoy voy con rapadora en la mochila (sí, uso mochila)...

    Besotes gordos!!!

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    1. Jajajjaja!
      A mí como me cabe de todo en la bolsa del carro y bajo de éste ya me he preparado la rapadora y un cortacésped tamaño mini! Jajajaja! Así, a dos bandas, por si acaso! Jajjaajaj!
      Me hubiera encantado que estuvieras en esa charla, ché, nos habríamos reído un rato!!
      Besazos enooooormes!

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  2. Si! y lo que más rabia me da es que esa gente intente justificarse con un "todos somos iguales" para intentar convencerme de que vivo en un mundo irreal, y que antes o después me llegará....
    Pues mira, yo no pongo la mano en el fuego por nadie, ni por mi, porque la vida me demuestra cada día que todo cambia y nunca puedes decir nunca. Pero lo que tengo claro es que si juegas con fuego, te quemas, así que si lo que tengo vale tantísimo la pena......pa qué jugar?

    besos, besos, besos

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    1. Buenísimo Pauli, en eso estoy yo contigo. Pasando de jugar que yo estoy muy bien co la partida que gané hace tiempo. El problema viene cuando alguna jugadora o algún jugador extra decide matar una y contarse 20; problema para ellos digo, porque acaban perdiendo las cuatro fichas por no saber estar y se les queda cara de poker con el lío que supone mezclar el parchís con un juego de cartas. :-P
      Que aquí, o jugamos todos o la pelandusca al río! Jajajajajaj!!!!
      Maaaaaás besos!!!!!

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  3. En mi casa siempre hemos dicho pelandrusca!! y son como las meigas...que haberlas haylas. Yo gracias a dios no tengo ninguna cerquita por el momento. Pero vaya....que conozco más de un satélite pululeante pelandrusquero
    Me ha encantado tu post ;)
    Besos

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  4. Conozco unos cuant@s pelandusc@s!!!!! golfetes/as también, pero no nos referimos a esos, no.... a los otros!!!! me encanta lo del cortacésped!! tienes toda la razóN!!!!

    besos!!!

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Estaré encantada de que opines, te expreses, me cuentes cosas y, en definitiva, de que nos comuniquemos ;) ¿Te animas a hacerlo?