11 de diciembre de 2015

CON R DE RESPETO

A los adultos se nos llena la boca cuando hablamos de ciertos temas. El respeto es uno de ellos.
Nos gusta dar lecciones a nuestros hijos llenando nuestras conversaciones unidireccionales de palabrería barata, sin caer en la cuenta de que ellos no son tanto de escuchar nuestras palabras como de observar nuestros actos.
Respetar al otro implica muchas cosas. Desde ser puntual hasta decir un simple "buenos días" cuando te cruzas con alguien en el ascensor. Lástima que cosas tan básicas están perdiéndose, o ya están perdidas hoy en día, y me atrevería a decir que somos muchos quienes nos quedamos con el "hola" en la boca o seguimos sorprendiéndonos cuando determinadas personas llegan tarde siempre a su trabajo, a dejar al niño en el colegio, cuando han quedado con otros...
En mi vida intento aplicar una regla básica que me ayuda a respetar al resto de la humanidad y sus vidas, y que es bastante sencilla: "vive y deja vivir". No hay más. Y no es tan difícil de seguir. De hecho, se vive más tranquilo no estando pendiente de la vida del otro y centrándose en hacer cada uno en la suya lo mejor que puede.
Sin embargo, sigo pendiente de dejar de preguntarme por qué hay gente que necesita estar metida en todos los fregados para ser feliz, por qué hay personas que no saben vivir su vida sin meterse en la de los demás, o juzgar, o simplemente hacer maldades (o intentarlo). Soy del pensamiento de que bastante tenemos cada uno con lo nuestro como para estar pendientes de si el de al lado dice A o Z, si es más o menos, si sube o baja...
Evidentemente, no puedo evitar pensar que quien tiene necesidad de meterse en todas partes es porque poco tiene que festejar de su propia vida. Y a mí, particularmente, me parece poco respetuoso andar metiendo las narices donde nadie me llama.
Si hablamos de respeto hablamos de dejar al otro en paz, que bastante tiene con lo suyo. Hablamos de no calumniar contra quien nos plazca y porque sí. Hablamos de no hacer lo que nos da la real gana si eso supone que estamos invadiendo la intimidad del otro, o alterando la normalidad de un grupo, o incumpliendo una norma social.
Yo sigo sin entender que haya quien tenga la necesidad de joder (perdonad el palabro) al personal para sentirse mejor. ¿Nadie le enseñó a esa persona qué es ser feliz cuando era pequeña o es que lo ha olvidado? Recibimos lo que damos. Así que muy probablemente, en un futuro, la mierda que uno lanza se vuelva en contra suyo. A veces ocurre de manera inmediata, otras tarda algo más, pero siempre pasa.
El RESPETO es básico en la convivencia. Si no somos capaces de respetar la normalidad del día a día... ¿Cómo nos sorprendemos cuando en el telediario sólo se habla de guerras, muerte, violencia y demás barbaridades del género humano?
Por eso cuando vemos acciones feas hacia nosotros o quienes queremos hechas por individuos de nuestro entorno, no creo que se trate de personas que "no dan más de sí", como diría un par de buenas amigas bien pensadas, sino de gente que necesita chafar al de al lado (o intentarlo) creyendo que así estarán por encima del bien y del mal, que pisar al otro o hacerle daño les hará sentir mejor, más grandes o más fuertes.
Pues os digo una cosa, creo firmemente que quien respeta es porque tiene plenitud en su vida. Quien respeta ha aprendido a empatizar, a apreciar las diferencias, a enriquecerse personalmente sin necesidad de empobrecer al otro. La persona que respeta demuestra ser una persona íntegra, madura, completa y, sobre todo, feliz.
En mi colegio este año tenemos por lema EL RESPETO: a los demás, al medio y a nosotros mismos. Ojalá muchos adultos empezáramos ahora la etapa escolar. A la humanidad le hace muchísima falta reaprender,  interiorizar y aplicar aquello de lo que habla sin saber.

Con M de Mamá y R DE RESPETO

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