(Aviso a navegantes: la entradita de hoy no es apta para almas sensibles).
Lo que tenía que pasar, pasó.
Abrió la lavadora para tender la ropa y fue separando, como siempre, las prendas grandes de las minúsculas (las manías ni los médicos). Y de repente, ahí estaba... EL PAÑAL.
Lo sacó, pesaba tres quintales e iba hinchado de agua y detergente hasta decir bastante.
Y de pronto se acordó... ¡Mieeeeeerda!
Y nunca mejor dicho. Porque eso era exactamente lo que llevaba el pañal al meterlo a lavar (por error, obvio).
Una suerte que su lavadora centrifugara al máximo y de la existencia de las fuerzas centrípetas y centrífugas. No digo más...
Éstas son las horas en las que sigue haciendo lavado y centrifugado con amoniaco.
#microrealidaddeloscasi40
CON M DE MAMÁ
ostras... ésta sí que es buena... me imagino tu cara cuando te diste cuenta!!!!!!!!
ResponderEliminarCasi muero...
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