En las gasolineras hay un cartel que está equivocado.
Me refiero a ése que indica que no se pueden usar móviles mientras repostas.
Ese cartelito no advierte del verdadero peligro de incendio en una gasolinera: las minifaldas.
Sí. El jueves fui a la gasolinera para lavar el coche. Y sí. Llevaba minifalda. Y oye, no sabéis la de piropos, amabilidades desbordantes y atenciones que me cayeron en lo que me costó comprar la ficha de autolavado. Más que cuando entras en un banco para pedir un préstamo hipotecario.
Bueno, me cayó atención y también un comentario de esos que te vienen de regalo si eres mujer, rubia y, además, llevas minifalda. De esos que a mí me súper encantan.
Pues nada, el señor gasolinero, atentísimo, perdió él mismo la cuenta de las veces que dijo guapísima, igual que debió acabar con dolor de mandíbula de tanta sonrisa de anuncio. Oye, que otras veces he ido, pero con pantalones, y ya la cosa no ha estado tan así, tan exagerada, tan... Incendio en la Repsol de la entrada del pueblo.
Cuando el peligro llega en forma de vaqueros, melena rubio pollo y gafas de sol, pues los gasolineros son majísimos. Pero si llevas mini falda... Aaaaaaaay. Si llevas minifalda son la leche. Que yo por dentro pienso: "Alma de cántaro, si me quito las gafas ahora mismo, te caes de culo del careto de walking dead maternal que llevo. ¿Qué haces con tanto piropo gratuito, Romeo?".
Pues sí. Minifalda, melena y gafas de sol polarizadas: caca. Porque después de esos "guapísima" que te llueven como si los jefes les dieran comisión por decirlos, también llega el comentario tipo "y aquí está tu ficha de autolavado, guapísima" (número 26). ¿Sabes cómo va?"
Y entonces, a mí me sale esa vena soez que muchas, en el fondo más oculto, llevamos dentro. Y me imagino mi dedo corazón señalando el techo de la gasolinera. A dos bandas. Con las dos manos bien arriba.
Pero entonces pienso en la educación que me han dado y me digo: "No. De manera gestual no, que no lo va a pillar. Que es hombre, moreno, pero hombre".
- ¿Sabes cómo va, guapísima?
- Obvio que lo sé, SEÑOR (esa estaquita va directa al costado izquierdo, así "ZASCAAA"). SOY MUJER.
Y le sonrío, con esa sonrisa que sólo sube hacia una de las orejas. Lo que viene llamándose 'desdén' de toda la vida. Me giro con un golpe de melena rubia pollo, y me voy. Mientras el gasolinero aún tiene la moral de desearme un "Que tengas un muy feliz día, guapísima", y yo cruzo la puerta con un "No lo dude, SEÑOR".
Pues sí.
Cambien el cartel.
Quiten el teléfono y pongan una minifalda bien tachada.
O cambien los dependientes.
Eso es. Y pongan sólo mujeres. Que son las únicas que no se queman cuando ven dos piernas caminando hacia el mostrador.
Claro, es que ellas no ven dos piernas. Ellas ven una persona.
Que digo yo que será porque son mujeres y somos más simples.
¿O era al revés?
No lo sé. Yo ya me he liado.
Como soy rubia (y encima de mentira), uso gafas polarizadas y visto minifalda...
Pues nada, que pensando en el futuro minifaldero de mi hija, y el de mi sobrina, o el de mi hijo si algún día quiere llevar minifalda (que lo de rubio a él le viene de serie), estoy preparando un escrito dirigido a los gerentes de gasolineras, para que adapten sus carteles a la realidad machista que nos rodea. Y se dejen de tanta tontería.
Ya que se ponen a avisar de los peligros al repostar, que lo hagan bien, leñe. Que luego llega una a poner gasolina o lavar el coche y lo primero que hace es apagar el móvil. Y eso, hoy en día, no sirve de nada. Porque parece que, lo que de verdad hace chispa, son los choques neuronales ante ciertas prendas de vestir femeninas.
¡Viva el siglo XXI!
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