O eso parece, por como vienen siendo estos últimos días.
El cuerpo es sabio, ya lo dijo... Mmm, no sé quien lo dijo porque decirlo lo dice todo el mundo, pero parece que así es. Y por ello te va dando señales (o gritos) para que vayas frenando el ritmo. Pero como los humanos nos solemos creer todopoderosos, seguimos forzando la máquina hasta que...
Un buen día caes, en picado, sin frenos, a mucha velocidad.... Y el golpe es grande y duele. ¡Te duele! ¡A ti! La que puede con todo, la que tira de su carro y del de quien lo necesite, la que sonríe a pesar de todo, la que saca 28 horas al día...
He caído físicamente. Mi cuerpo ha reventado y yo, que jamás me contagio de nada, he mandado a paseo esa inmunidad que adquieres con los años de experiencia de maestra, y he pasado unos días en los que no he levantado cabeza, y que aún colean.
Tener la sensación de vivir las cosas a cámara lenta cuando tienes por norma ir al ritmo de la legión, se lleva mal, muy mal. Sobre todo si tu nuevo ritmo te impide ocuparte como es debido (o como tú crees que lo es) de tus hijos, que tampoco están en su mejor momento. En estos días hubo un momento en que, estando mi marido y yo malos-malísimos, Pichu volvió a recaer con vomitona a lo grande y, lo juro, tuve la sensación de que salía de mi cuerpo y observaba la escena desde fuera, todo caos, a cámara lenta. Sí, probablemente ayudó la fiebre, que también tuve. El caso es que llegué a sentirme desesperada.
Me considero una persona vital, con mucho humor y kilos de ironía para ayudar a relativizar las dificultades que, como cualquier hijo de vecino, he vivido; soy una persona positiva (empiezo a pensar que "lo era") y que siempre tiene una sonrisa en la boca.
Sin embargo, mi vitalidad se ha ido de vacaciones (de Pascua, las mismas que me ha jorobado al largarse) y mi alegría y positividad peligran seriamente. De hecho, al venirme hacia la habitación con Rubiazo y sus 39 grados (seguimos para bingo por aquí), me ha parecido verlas con una maleta abierta y cuchicheando. No sé si llevaban billetes de tren o de avión, pero parecían contentas, valga la redundancia.
El cuerpo es sabio y está íntimamente ligado al alma. Yo tengo el alma partida desde hace 6 meses y 3 días. Echo de menos a mi padre todos los días, muchas veces y mucho rato. Y no hay consuelo para ese dolor. Esa rotura me ha ido desgarrando poquito a poco cada día, disimuladamente casi siempre, con más estrépito alguna que otra vez. Pero ser madre te obliga a subir la cabeza, alzar la mirada y tirar "palante" para estar a la altura de tus hijos, que se lo merecen todo. Además, eres esposa, y aunque tu marido sea un sol y exija poco o nada, la relación de la pareja está ahí. Y eso lo haces un día tras otro, junto con tus obligaciones laborales y los extras que te salen o que inicias porque, sí, también amas tu trabajo. A eso le sumas la negatividad del entorno, que la hay señores, las malas vibraciones y el karma "espeso" de algunos individuos con los que te cruzas en tu día a día; añades la casa, o mejor, tu manía de querer tenerlo todo controlado y ejercer de agenda electrónica familiar, tu facilidad para romper tus pocos planes personales a la primera que tus hijos mueven una pestaña y... Voilà! ¡CÓCTEL MOLOTOV listo para servir!
El bajón físico que he dado en estos 6 días en los que mi cuerpo ha explotado, mientras el resto de la familia también caía, ha sido muy grande. Y me consta que este episodio no sólo me ha tocado a mí, lo vivimos muchas madres (y padres) a diario.
Llevamos un ritmo de vida frenético, acelerado. Todo son prisas, segundos que restan, planes que se montan sobre planes: familia combinada con trabajo, casa, agenda social... Vivimos en una vorágine que empieza a darme miedo.
Como inevitable consecuencia, llevo un par de días planteándome si todo esto vale de verdad la pena o no sería mejor que nos buscáramos un pueblito perdido y nos fuéramos allí a DISFRUTARNOS, pero de verdad. A vivir sin prisas, sin atascos, sin "corre Pichu, que no llegamos", sin la fugacidad obligada de los pequeños detalles, sin la prisa por quemar un día tras otro porque sí, sin desear que llegue la noche "porque no puedo más"... Así NO ES VIDA. Así no, señores míos. Porque la vida no mata de esta manera.
Así que, aludiendo a mi modo positivo de entender las circunstancias que a cada uno le toca vivir, diré que ME HA VENIDO DE MARAVILLA CAER TAN HONDO para quitarme la venda. La misma que me estaba dejando actuar por pura mecánica, por inercia y sin control alguno de mis momentos (y eso que soy de las de disfrutar intensamente de las pequeñeces del día a día).
Así que... ¡HASTA AQUÍ!
Y releeré estas palabras tantas veces como necesite para autoconvencerme de que, como dice una amiga, CORRER ES DE COBARDES, y, la verdad, a estas alturas yo ya le he demostrado a la vida que valiente soy un rato.
CON M DE MAMÁ y S de STOP!
Pues sí lo dijo no sé quien... Y lo dice todo el mundo amore. Pero es que es tan cierto como que necesitamos respirar para seguir viviendo. Nos dejamos llevar por la corriente del día a día y eso muy a nuestro pesar nos pasa factura. ¡Y cara de cojones! Que quizá cuando más podríamos disfrutar o descansar es cuando algo falla y desencadena que la máquina vaya a su puñetera bola...
ResponderEliminarEsto ha sido y es un hasta aquí. Eres humana Noni... Date el lujo y el capricho de serlo. Para y frena y continua cuando estés preparada. Pero no te fuerces porque "gripas" el motor... Y entonces voy y te muerdo una oreja!!!
Ahora para arriba y nada más. A remontar el vuelo hasta el infinito y más allá, si me apuras hasta el mismísimo infierno! ;)
¡Muaka!
Mil gracias, Vero!
ResponderEliminarTienes mucha razón. Si sólo recordáramos esa sensación en el momento justo!
Estoy en ello! Espero mantenerme "firme".
Mil besos y un grandísimo abrazo
Claro que sí. Hoy hablaba con mi cuñada sobre lo listo que es el cuerpo y que cuando dice stop hay que hacerle caso. Así que ya sabes.., a parar... A pensar en ti y en las tuyos.. Pero sobre todo en ti.
ResponderEliminarBesos
Sabias palabras. Está bien aprovechar un virus para parar. No puedo imaginar tu dolor; o mejor, no lo quiero imaginar; pero no solo es eso. Es que nos han educado para ser perfectas en todo y nos olvidamos de lo que de verdad vale la pena. Hay que disfrutar más, pero saboreándolo todo. Me he sentido tan identificada con lo del "karma espeso".... qué te voy a contar. Pues ahora despacito y hasta adonde llegues. Besitos curativos.....
ResponderEliminarNoni, justo ayer estaba escribiendo un post que iba en la misma línea y ni tuve fuerzas para terminarlo. El bajón está pudiendo conmigo y ni tengo ganas para coger carrerilla y salir hacia delante. Espero que no te moleste pero voy a tomar frases del tuyo porque creo que expresas exactamente lo que siento. Esta tarde lo acabaré y lo publico. Mil gracias por ser tan sincera y ayudarme a ver que tengo que quitarme "la venda" y salir adelante. Preciosa, mucho ánimo, que sé exactamente cómo te sientes...
ResponderEliminarUn beso gigante lleno de amor, que eso sí que no se me ha acabado.
Hola Noni, me ha pasado lo que a ti ya un par de veces, se me juntó la muerte de mi madre con alguna recaída mía y del niño y la sensación es de impotencia total, me sentía inútil por no poder atender bien a mi niño. A esto le sumas que gente que pensabas que estaba a tu lado, lejos de ayudarte te pisotean...me quise morir, pero ahora casi dos años después voy levantando cabeza y mucho más relajada, si no llegó a todo no llego, que los demás también hagan algo no? Un abrazo muy fuerte y mucho ánimo!
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