Hoy está siendo un día raro. Ni mejor ni peor. Simplemente, extraño. Y eso que, por suerte, te noto junto a mí todo el día.
Lo bueno de haberte tenido de ejemplo es haber aprendido a sacar la parte positiva a todo, o al menos, saber que la queja no ayuda a solucionar las cosas, y que es mil veces mejor afrontar lo que nos viene sonriendo por lo que tenemos y nos queda.
Yo me quedo con que tu presencia es inmensa, con que tengo tres tesoros en casa que son la suerte de mi vida, tres hermanos de ensueño, y mucha gente buena que me quiere como soy, sin más. Pero sobre todo me quedo con que hoy, como cualquier otro año, celebraremos la Nochebuena una vez más como a ti te gustaba hacer, sabiendo que tú vas a estar en cada uno de nuestros corazones, feliz de vernos unidos y sonriendo, tal como tú harías.
No obstante, si cambias de opinión y decides bajar un ratito, te estaremos guardando tu sitio y tu plato. Tranquilo, tu copa verde para brindar, la llevo yo.
¡FELIZ NOCHEBUENA, PAPÁ!
Gracias por seguir cuidándonos desde tu estrella.
TE QUIERO...
CON M DE MAMÁ
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