Las partes del todo

6 de enero de 2017

Queridos Reyes Magos...

Quizás debería recuperar la tradición de cuando niña, de escribiros una carta larga, en la que pedir para mí y las personas a las que más quiero.
Quizás este año podía haber sido el primero de muchos en reiniciar esta buena costumbre, pero, como casi siempre, llego tarde y las buenas ideas me vienen luego. Aún así, he pensado que igualmente puedo haceros llegar esta carta en unos días, ya que lo que quiero pedir no necesita ni de gran espacio, ni que os desplacéis de nuevo.
Voy pues.
Queridos Reyes Magos,
Voy a evitarme la parte en la que os digo que este año he sido muy buena y bla bla bla, porque la realidad es que este año, como los anteriores, he intentado dar lo mejor de mí y he seguido cometiendo errores. Así que sólo diré que he intentado ser mejor, pero que sigo necesitando "ir a septiembre", porque soy consciente de que puedo ser mucho mejor aún. Lo que sí puedo colgarme como mérito es las ganas de intentarlo.
Este año mi deseo es para mí y para todas las mujeres del planeta, y os aseguro que no ocupa lugar aunque, si nos lo concedierais, calaría hondo en muchos hogares.
Deseo que las mujeres seamos libres de verdad, y no sólo de programa político, de puertas para afuera, de publicidad de revista o de catálogo de moda. Deseo que podamos decidir qué hacer con nuestra vida sin tener que dar tantas explicaciones ni intentar convencer a nadie de nuestras razones. Me gustaría que todas y cada una de nosotras nos sintamos con la confianza suficiente en nuestro criterio como para tomar decisiones sin la necesidad de la aprobación del resto del mundo (masculino). Me gustaría que cada una de nosotras pueda vestirse como le salga del dedo meñique del pie y porque así lo siente, sin tener la necesidad de hacerlo para alegrar la vista de nadie ni gustarse más que a ella misma. Deseo que no sintamos la imperiosa necesidad de justificar nuestra manera de actuar cuando, siendo madres, tomamos determinadas decisiones que atañen a nuestros pequeños, ya sea dar teta y enseñarla o dar biberón y hacer el pino mientras el niño bebe. Me encantaría que dejásemos de sentirnos juzgadas cuando decidimos tener tiempo para nosotras, sin hijos, sin parejas, sin amigas o amigos, sólo para nosotras y nuestra cabeza y nuestro cuerpo, entendiendo este tiempo como "tiempo para hacer aquello que me dé la real gana y me sirva para desconectar del resto y conectar conmigo misma". Me gustaría que, además, cuando escuchemos, como tantas veces, una crítica o una simple opinión (sobrante) al respecto, tengamos la suficiente fuerza como para simplemente sonreír y seguir nuestro camino, sin sentir que hemos de responder a preguntas tales como "¿Y mientras haces eso, dónde dejas a los peques?" "¿Te vas otra vez, pendón?", porque probablemente quienes las lanzan no han descubierto aún lo necesario del tiempo personal e individual para que luego el tiempo compartido valga aún más la pena. Deseo que se nos respete por lo que somos y no por cómo vestimos o el tamaño de nuestras tetas o nuestro culo. Quiero que se nos reconozca como seres pensantes y con capacidad más que suficiente para hacer girar el mundo sin la necesidad de un piropo mal dicho a pie de andamio o una frase soez de machito ibérico.
Y, llegados a este punto en el que mi carta podría hacerse eterna, y a riesgo de que me tachéis de egoísta o excesivamente "pidona"... Exijo, para que se lo hagáis llegar a quien corresponda, que se considere a la mujer como ser humano que ocupa el mismo lugar en la pirámide que el hombre, con todo lo que esto conlleva: mismos derechos. Pero de verdad, no de boquilla o de postureo mientras nos siguen matando porque somos de una categoría inferior o porque aún estamos catalogadas como juguetes de adultos (machos).
Muchísimas gracias por anticipado, Reyes Magos, porque sé que haréis todo lo posible para que estos deseos, que no son sólo míos, se cumplan y así no dejemos nunca de creer en la magia del cambio.

Atentamente,

Con M de Mujer y de Madre.

4 comentarios:

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