Cuando no era madre, mi casa, sus estancias y mis espacios vivían en orden y armonía. Siempre. Soy cuadriculada para algunas cosas (bastantes, vale), y no sé si el famoso equilibrio de los libra también tendrá algo que ver. Soy muy exigente en algunos aspectos, como la puntualidad, mientras que en otros soy más relajada. Y dentro de la maternidad, este equilibrio que compensa exigencias y tranquilidad ha ido cambiando a la fuerza, y bastante.
Siendo madre he aprendido el significado absoluto de la palabra PRIORIDAD. Para empezar, porque desde el momento en que mi primer guisante se asentó en mi tripa, mi modo de vida ya giraba por y para ella. Y así ha seguido, con el segundo de por medio, hasta el día de hoy.
Cuando todo tu tiempo es para ti, para tu profesión, para tus ratos de pareja, para tu casa y tus amigos y familia, considerando todos estos elementos como parte de tu "yo" soltero y sin compromiso, tus prioridades son muy diversas. Cuando todo tu tiempo o el 99% de él es para tu papel de madre, la cosa cambia. Y te das cuenta, un buen día, y después de varios o muchos intentos frustrados de tener la casa impoluta y perfecta, de que intentar abarcar todo a costa de los pocos ratos de descanso que te quedan, o de la pérdida constante de humor y alegría, es tan poco inteligente como la vida que hayan podido encontrar en algún remoto planeta.
Así que, de pronto, asumes de buena gana que los juguetes esparcidos por todo el salón son de lo más estético, que las camas sin hacer no te convierten en la peor persona del planeta y que la ropa que está por doblar y guardar no va a escaparse por pasar un par de días sobre la cama de sobra.
Además, aprendes que lo que está ocurriendo en tu casa es simplemente sinónimo de VIDA, así, en mayúsculas. A que mientras tus hijos estén sanos, crezcan felices y no te falte qué ofrecerles en cada comida ni un lugar para que duerman seguros, el hecho de que sólo sepan jugar sacando absolutamente tooooodo de su sitio, es ALEGRÍA y SALUD.
Que sí, que hay días en que se me cruza al cable, como a media humanidad, y me levanto torcida, o me voy torciendo, y el desorden me molesta visualmente tanto que acaba molestándome anímicamente, al fin y al cabo soy humana y algo de mi yo "premadre" me queda en el cuerpo. Pero son los menos.
A mí me gusta mi casa a colores, con vida, con juguetes en mi cajón de ropa interior (que no sabes ni cómo ni cuándo llegaron ahí), con música sonando, con niños bailando al son de la música mientras se quitan la ropa del día porque van a meterse en la bañera. Me gusta mi casa algo loca, desordenada y, a veces, sacándome de quicio.
Me gusta el DESORDEN ORDENADO que rodea a una familia con niños sanos y felices. Los míos. Me encanta haber aprendido a relativizar ciertas cosas, a dar importancia a las que realmente lo tienen, a aprender de prioridades, a disfrutar del momento. Me gusta enfadarme a veces con el desorden y el jaleo cuando estoy agotada, y a continuación, desenfadarme y aterrizar de nuevo en la suerte de vida y familia que tengo.
Todos tendríamos que aprender del DESORDEN ORDENADO EN EL QUE VIVE LA MENTE DE UN NIÑO, aprender a relativizar el día a día y sus historias con la naturalidad que ellos lo hacen, y así dar verdadera importancia a aquello que realmente la merece por vital.
¿Para qué una casa museo, ordenada y perfecta, si eso supone mal humor, cansancio innecesario, borrar sonrisas y coartar carcajadas y naturalidad inocente?
Yo me quedo con la mía.
Feliz tarde de desorden y domingo.
Como siempre muy buen post y muy buena reflexión,yo la recojo por la noche,mientras que saque los juguetes que quiera
ResponderEliminarGracias Bonita! Pero también es importante que sean responsables de sus cosas. Mi casa no está impoluta, precisamente porque recogen ellos sus propias cosas.besazooo
EliminarYo estoy recogiendo varias veces al día y el remate es por la noche jejeje
ResponderEliminarMe gustaría que me siguieras en blogger, si te apetece, yo estoy siguiéndote y leeyendo tus posts.
Un abrazo
Aquí recogen ellos y nosotros les ayudamos, no al revés. 😉
EliminarGracias!! Un abrazo
Felicidades por el post! Me ha encantado, aunque reconozco que no acabo de verlo tan simple. Me niego a tener la casa impoluta si ello significa pasarme el día recogiendo o haciendo tareas, pero tarde o temprano alguien debe hacerlo, y me niego, a esto también, a tener que ser yo porque ellos no han sido capaces de mantener cierto orden y control. Quiero que mis hijos jueguen y disfruten con sus cientos de juguetes en casa, todo el tiemlo que puedan, pero quiero también que cojan cierta responsabilidad al respecto. Ainss, no sé si me explico. A ver, por ejemplo, que si tienen varias cosas fuera no saquen más sin antes guardarlas en su sitio. En fin, espero que se entienda lo que digo :)
ResponderEliminarSiií! Claro que se entiende!
EliminarAquí recogen ellos😉 Y si van a dejar de jugar con algo para cambiar de juego, guardan antes. Pero aún así, su manera de guardar y almacenar nunca es tan meticulosa como la nuestra, así que a eso toca acostumbrarse. Me parece importante que aprendan a guardar lo que usan, pero no podemos exigir que lo hagan como nosotros haríamos.😉😘😘😘