Las partes del todo

21 de noviembre de 2015

No soy la mejor madre del mundo

No lo soy. Me atrevería a decir que ni yo ni ninguna. Y tampoco quiero serlo. Ni aspiro a ello. Sólo soy la madre de mis hijos, y eso ya implica que intente hacerlo siempre lo mejor que sé.
Hace un tiempo que dejé de juzgarme como madre. Pero la mente humana es perversa, y se inventa las mil y una triquiñuelas para jugar al despiste e intentar que alguna vez caiga en el lamento del "soy lo peor por...". La ventaja es que también voy aprendiendo a darle con la puerta en las narices bastante rápido. Y cada vez menos sale victoriosa.
Precisamente porque no soy la mejor madre del mundo me equivoco mil veces a diario. A veces me enfado por cualquier tontería, porque he ido acumulando tanto a lo largo del día que la última gota, que justo era la más pequeña, ha hecho rebosar el vaso. Otras soy demasiado sargento. Lo que desde luego nunca me permito es no pedir disculpas a mis hijos cuando es así; cuando he metido la pata hasta el fondo, cuando no tengo razón, cuando he perdido los nervios... Siempre, siempre hay un "Lo siento, me equivoqué. ¿Me perdonas?".
Precisamente porque no soy la mejor madre del mundo, mis hijos me han visto llorar cientos de veces. Y nos han visto enfadarnos a su padre y a mí. Y me han oído soltar algún taco cuando algún descerebrado ha estado a punto de sacarnos de la carretera haciendo el bestia con su coche. Sí. Y cada una de esas veces mis hijos me han visto remontar y sentirme mejor tras el sofoco, nos han visto reconciliarnos y solucionar nuestras diferencias con el amor y el respeto que nos tenemos, y me han escuchado pedir disculpas por el palabrón mientras los tranquilizaba a ellos tras el susto inicial.
No soy perfecta. Claro que no. Ni quiero serlo.
Me gusta hacer las cosas bien, o intentarlo. Me gusta dar lo mejor de mí, dejándome la piel por quienes quiero, por lo que quiero y me motiva y por mí misma. Pero si me miras desde fuera, me verás imperfecta. Porque lo soy.
Y esta vez no se trata de cánones que marca la sociedad ni la moda. Se trata de que, muy al estilo de "la arruga es bella", la imperfección es el reflejo del intento, de estar vivo, del riesgo que corremos al vivir intensamente y de verdad, y no de escaparate.
Precisamente porque no soy la mejor madre del mundo, espero que algún día mis hijos puedan decir orgullosos: " Mi madre fue la mejor madre del mundo porque nos amó con la locura que sólo una madre de verdad ama. Y por ello se equivocó mil veces y lo reconoció. Y por ello nosotros aprendimos a caer y levantarnos con su misma fuerza. Mi madre nos dejó vivir nuestra vida y volar, respetó nuestros ideales y nuestras necesidades, se mantuvo a la sombra para no tapar nuestro brillo sin saber que si brillábamos era porque reflejábamos parte de su ternura. Mi madre no fue la mejor madre del mundo porque por suerte fue, única y exclusivamente, NUESTRA MADRE".

Con M de MAMÁ y de MEJOR

3 comentarios:

  1. Noni, me encanta, creo que, igual que yo, muchas madres se sentirán identificadas contigo, lo intentamos hacer lo mejor qué podemos y nos equivocamos a veces, lo importante es levantarte y aprender de lo ocurrido. 😘😘😘😘 (silvia, pepe y tai)

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